martes, noviembre 21, 2006

Los Bunkers - Homenaje a Violeta Parra



La solemnidad con que Violeta Parra asumió su vida y su trabajo le jugó indudablemente a favor a la profundidad de su legado y, con ello, del arte chileno todo. Pero ha sido una barrera difícil de decodificar para muchos de sus seguidores, sobre todo aquellos músicos que, desde veredas diversas, se han abocado a la re-interpretación de sus canciones a partir de su muerte, en 1967. La discografía al respecto es generosa, e incluye desde las lecturas de sus hijos, Ángel e Isabel, hasta las grabaciones clásicas realizadas por Inti-Illimani o Mercedes Sosa, y otras aventuras menos afortunadas de baladistas como Myriam Hernández. Los rockeros han llegado con asombro a Violeta: ningún joven melómano lo suficientemente curioso puede evadirla en algún momento de su formación; tan hondo es su caudal de ideas y la vigencia de su mensaje. Desde esa perspectiva, la decisión del grupo Los Bunkers por centrar sus tres más recientes conciertos en la obra de la mujer de San Carlos, parece coherente con su desarrollo como banda, ampliada con los años desde el molde británico más convencional hasta la raíz de folclore y reflexión social que salta rápido en La culpa (2003), su más reciente disco.Abordar a Violeta desde la vereda del rock tiene poco que ver con enchufar la guitarra y distorsionar un poco el ruido. Los Bunkers lo comprenden bien, y saben que lo que de ellos se espera es, más bien, una mirada de atrevida actitud iconoclasta que les permita leer a Violeta desde el riesgo, la profundidad e, incluso, el ensimismamiento. Hubo momentos profundos en sus conciertos en la sala SCD, como cuando extendían “La carta” hasta el infinito y uno no sabía si estaba escuchando folclore chileno o sicodelia de Cambridge. Muy inteligentemente, el quinteto penquista tomó las canciones de la autora como entes separados que exigían una interpretación también autónoma. Así, “El rin del angelito” se convirtió en un tema instrumental, “El amor” (de Canto para una semilla), en una canción no exenta de drama, “Gracias a la vida” en un himno fresco de descubrimiento amoroso y “Ayúdame, Valentina” en la sirena de alerta que hoy Chile necesita igual que siempre (“¿Qué vamos a hacer con tanta / mentira desparramada?). Dentro de esas variaciones —dadas tanto por el salto entre géneros, como por la labor multiinstrumental que asumieron los hermanos Francisco y Mauricio Durán, y la voz versátil de Álvaro López—, Los Bunkers son capaces del fluir coherente de las bandas consolidadas, ajustando a su sonido seguro y masculino las provocaciones infinitas de canciones clásicas. Reverenciar a Violeta puede ser, a veces, inmovilizarse ante su fuerza. Pero por su juventud, sus referentes o su lucidez, Los Bunkers se dieron cuenta rápido de que no hay nada que le guste más a un prócer que el trato distendido. Su homenaje a Violeta fue un saludo animoso que destapó las trabas de canciones que, en otras voces, suelen sonar oxidadas. Maravillosa paradoja: el fin de semana fue Violeta la que sonó fresca; mientras sus seguidores veinteañeros, parecieron unos caballeros maduros.

Link: http://www.sendspace.com/file/kz1fbd
Clave/Senha. amendoeiraclub.blogspot.com

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